Este trabajo recopilatorio está dedicado al escultor Pedro Duque Cornejo y Roldan. Además de la escultura religiosa, cultivaría la retablística, el dibujo y el grabado.
Fue miembro de una de las más célebres sagas de artistas españoles. Su padre fue el escultor José Felipe Duque Cornejo, su madre la pintora Francisca Roldán y Villavicencio, su tía Luisa Roldán y Villavicencio conocida como 'la Roldana' y su abuelo materno el patriarca del clan: Pedro Roldán y Onieva, cuyas maneras y las del italiano Gian Lorenzo Bernini serían sus fuentes de inspiración.
Pedro Duque Cornejo y Roldán (Sevilla, 1677 - Córdoba, 1757). Escultor, pintor y retablista barroco de la escuela sevillana, discípulo de sus padres y especialmente de su abuelo Pedro Roldán. También se creé que fue discípulo de su tía 'La Roldana' en sus primeros años de estancia en Madrid. Hace con su arte uno de los capítulos más importantes de la pervivencia de técnicas tradicionales de la escuela, con su esencia expresiva, junto a un movido y efectista influjo del arte de Bernini.
Nacido en Sevilla en 1677, es bautizado el 15 de agosto de 1678. Nieto del célebre escultor Pedro Roldán y sobrino de Luisa Roldán, la primera mujer que logró el reconocimiento en la Corte. Trabaja en Sevilla, Granada, Jaén, Madrid y Córdoba. Es nombrado Estatuario de Cámara, pero no logra el cargo de Escultor de Cámara del rey, como lo fue su tía y maestra 'La Roldana'. Su arte, partiendo de la tradición de los grandes maestros, se desarrolla en ambiciones de un barroquismo desbordante, donde tanto los contornos, como sus ademanes violentos se expresan con una técnica profundamente influenciada por Bernini. Su modelado es sinuoso y entrecortado. Sus figuras entran más en el espacio ilusorio de lo pictórico, que en la serenidad vertical de lo escultórico. Sus esculturas se ambientan en los marcos ilusorios de sus retablos, donde los fondos de perspectiva, el juego de planos y espacios, armonizan fielmente con su plástica en movimiento. A su visión escultórica se une una rica y brillante policromía, en la mayoría de los casos de abundancia de oros y brillos.
En Sevilla, ya en 1706 se le encargan las estatuas, angelotes y medallones en mármol del desaparecido retablo del crucero de la Iglesia del Sagrario. En la catedral hizo las esculturas del retablo de la Virgen de la Antigua, y en 1711 hace el retablo de la iglesia de San Lorenzo.
En Granada, donde trabaja entre 1714 y 1719, deja quizá parte de su mejor obra. Apoteósico es el grupo de 14 esculturas que hace por encargo de la Hermandad de la Esclavitud del Sacramento, para el templo de la Virgen de las Angustias. En ellas representa al Salvador, a la Virgen y a los doce Apóstoles. Son figuras de tamaño mayor que el natural, de arrogantes ademanes, de ágiles composiciones y de magistrales interpretaciones del plegado de sus paños volados, que en su nervioso movimiento, borran en parte la gravidez del volumen. En la catedral granadina por encargo del arzobispo Don Martín de Ascargorta, hace en 1716, el nuevo retablo para la capilla de Nuestra Señora de la Antigua, terminado en 1718. Valientes juegos de transparentes, ricos y ornados estípites, brillos de oro, entrecortadas cornisas y movida planta, hacen de esta obra uno de los más interesantes ejemplos del barroquismo andaluz. Las esculturas que para él talla, obispos, San Cecilio, San Gregorio, relieves del Nacimiento, la Presentación, la Inmaculada, el Matrimonio, la Anunciación y la Asunción de la Virgen, así como pinturas y valientes figuras de arcángeles en la parte alta, todas ellas, ricamente policromadas, pertenecen a su mejor momento. Realiza otro retablo parecido, pero de menor importancia, para la iglesia del Sacromonte hacia 1743. Por los mismos años hizo el retablo mayor del desaparecido convento de Agustinos Descalzos y un retablito para el Hospital de San Juan de Dios.
Trabajó también en el Sagrario de la Cartuja granadina. Para él realizó una de sus más impresionantes obras, la Santa María Magdalena, colocada en uno de sus intercolumnios. De tamaño mayor que el natural expresa con pleno acierto y con desbordante profundidad el dolor y llanto de su arrepentimiento. Su mirada se clava en la cruz que sostiene en su mano izquierda. Todo en esta figura es movimiento y expresión. En colaboración con José Risueño hace la serie de las seis virtudes y las cuatro figuras alegóricas del templete central. También talla para las dos capillas laterales del Sagrario una preciosa Inmaculada y otra versión de la Magdalena.
Para la Cartuja del Paular contrató en 1725 las estatuas, ángeles y pabellones que decoran aquel monumento, repitiendo en gran parte lo realizado en Granada. Vuelve a Sevilla y en 1724 talla los órganos de la catedral, según diseños de Luis Vílchez. Realiza otros trabajos para Umbrete y para el convento de San Francisco. Desde 1748 trabaja en Córdoba en los púlpitos y en la sillería del coro de la catedral. Es ésta, quizá, su obra más importante. Tallado en caoba, armonizan en ella líneas curvas, contrastados ingleteados y movidos relieves. Son 105 sillas entre las bajas y las altas. Su imaginación no se agota y su genio da unidad a todo el conjunto.
Falleció en el año 1757, en Córdoba, ciudad a la que consagraría los últimos años de su vida para la ejecución de su última y más brillante creación: la Sillería del Coro de la Mezquita-Catedral.
Espero que la información que he recopilado del escultor español Pedro Duque y Cornejo, os resulte interesante y contribuya en la divulgación de su obra.
LOCALIZACIÓN DE SU OBRA
ALCALÁ DE GUADAIRA (SEVILLA)
Inmaculada Concepción - Fue destruida en los disturbios de 1936. Parroquia de San Sebastián.
ALCALÁ DEL RÍO (SEVILLA)
Asunción - Atribuida al maestro, ya que existe constancia de que trabajó en el retablo, contratado con Antonio José de Carvajal. Iglesia de Santa María de la Asunción. Hacia 1700-25.
ARCOS DE LA FRONTERA (CÁDIZ)
Santa Catalina - Atribuida recientemente al maestro. Iglesia de San Pedro. Hacia 1740.
CARMONA (SEVILLA)
Inmaculada - Se halla en la hornacina principal del retablo de la Capilla Sacramental. Iglesia de Santa María. 1719.
DOS HERMANAS (SEVILLA)
Virgen de las Virtudes - Iglesia de Santa María Magdalena. Hacia 1740.
ÉCIJA (SEVILLA)
Urna - Atribuida al maestro. En su interior se aloja una imagen de Cristo Yacente, labrada a mediados del siglo XVI. Labrada en madera forrada de carey y plata. Iglesia del Carmen. Hacia 1730.
MARCHENA (SEVILLA)
Altorrelieve de La Piedad - Se halla en el remate del retablo de la Virgen de los Dolores. Iglesia de Santa María de la Mota. Hacia 1699.
OSUNA (SEVILLA)
San José - Iglesia de San Agustín.
PRIEGO DE CÓRDOBA (CÓRDOBA)
Virgen de Belén - Atribución al maestro. Se trata de un busto de 55 cm tallado hasta la cintura. Iglesia del Hospital de San Juan de Dios. Principios del siglo XVIII.
PUENTE GENIL (CÓRDOBA)
Inmaculada - Fue policromada por el pintor Ruiz Rey en 1753. Iglesia de la Purificación. 1751.
RASCAFRÍA (MADRID)
Esculturas para El Paular - Son las de San José con el Niño, San Juan Bautista, San Juan Evangelista, San Joaquín, Santa Ana, Santa María Magdalena, Santa Bárbara, Santa Lucía, San Pedro, San Pablo, San Bruno, Santa Catalina, Santa Inés, Santiago, San Hugo, San Anselmo, Santa Águeda y San Nicolás de Albergati. Monasterio Cartujo de El Paular, aunque las imágenes de Santa Bárbara y Santa María Magdalena se hallan depositadas en la Parroquia de Rascafría. 1725-30.
TRIGUEROS (HUELVA)
Santa Bárbara - Una de los dos piezas conservadas del antiguo retablo mayor del templo, obra contratada con el ensamblador Manuel Franco y en la que, además de nuestro artista, también tuvo participación en la parte escultórica su tío Pedro Roldán El Mozo. Toda la imaginería de Roldán fue destruida en 1936. El retablo quedó parcialmente dañado y fue desmantelado, repartiéndose las piezas de la siguiente forma: el cuerpo más noble de la obra (de gran interés artístico) está en la Capilla de San Antonio Abad, patrón de Trigueros; un nicho y varios fragmentos se conservan en la Iglesia de San José de la misma localidad; en la parroquial sigue recibiendo culto la mencionada escultura de Santa Bárbara y el relieve del Padre Eterno, también de Duque Cornejo, se encuentra horriblemente repintado en el Museo Diocesano de Moguer. Parroquia de San Antonio Abad. 1717-18.
UMBRETE (SEVILLA)
Retablo Mayor - Duque Cornejo sólo llevó a cabo las trazas del mismo, correspondiendo su realización a Felipe Fernández del Castillo. Parroquia de Nuestra Señora de la Consolación. 1733.
VILLANUEVA DE LOS CASTILLEJOS (HUELVA)
Virgen del Carmen - Atribuida al maestro por José Hernández Díaz. Parroquia de la Inmaculada Concepción.
CÓRDOBA
Ángeles Lampareros - Flanquean la reja de la Capilla de los Mártires, en cuyo interior hay tres tallas de arcángeles y una del Ángel de la Guarda que también se asignan al maestro. Parroquia de San Pedro. Hacia 1750.
Asunción - Capilla de la Asunción del Instituto Góngora. 1731-33.
Niño Limosnero - Ermita del Socorro. 1754.
Retablo de San Eloy - El maestro sólo realizó la traza, siendo tallado por Teodosio Sánchez Cañada. Iglesia de San Francisco y San Eulogio. 1754.
Retablo Mayor - Del tipo retablo-marco, procede del Oratorio del Caballero de Gracia. Iglesia del Seminario de San Pelagio. 1750.
Retablo Mayor - El maestro se encargó de la traza y de la ejecución de las figuras del Crucificado, San Miguel, San Rafael y los dos ángeles pasionarios del ático. El ensamblaje correspondió a Teodosio Sánchez Cañada. San Andrés es obra anónima, al igual que la dieciochesca Virgen de las Nieves. Parroquia de San Andrés. 1753.
Retablos - El retablo mayor y los dos del crucero son obra del maestro, siendo de su mano también la talla de San Benito. Los otros dos retablos se atribuyen a Alonso Gómez de Sandoval y el resto de esculturas son del taller de Duque Cornejo. Capilla del Palacio Episcopal, actual Museo Diocesano de Córdoba. Hacia 1750.
Sillería del Coro - El maestró realizó el diseño y la mayor parte de sus 180 relieves, contando para el resto con la ayuda de varios colaboradores, entre ellos sus hijos José y Margarita Duque Cornejo. Labrado en madera de caoba sin policromar. Santa Iglesia Catedral. 1748-57.
Virgen de la Candelaria - Mide 108 cm y se halla en la Capilla de la Concepción. Santa Iglesia Catedral. Hacia 1750.
Virgen de la Candelaria y San Rafael - Labradas en plata por Damián de Castro bajo diseños del maestro. Tesoro de la Santa Iglesia Catedral. 1757 y 1768, respectivamente.
GRANADA
Cristo Salvador - Titular del templo, preside el retablo mayor. Colegiata del Salvador.
Cristo Salvador, la Virgen y los Doce Apóstoles - Tamaño superior del natural. Basílica de Nuestra Señora de las Angustias. Hacia 1714-19.
Inmaculada Concepción - Cartuja. 1723-28.
Inmaculada Concepción - Se halla representada sostenida por un ángel. Museo del Sacromonte.
La Magdalena Penitente - Cartuja. 1723-28.
Púlpitos - Labrados en mármol de colores. El proyecto parece corresponder a Francisco Hurtado Izquierdo. Santa Iglesia Catedral. Hacia 1752.
Remodelación de la Virgen de las Angustias - Originalmente, se trataba de una talla anónima de vestir, próxima al estilo de Gaspar Becerra (hacia 1560-65), que se hallaba en posición erguida. A finales del siglo XVI o principios del XVII, se transformó en una imagen de La Piedad añadiéndosele la imagen de Cristo yacente en su regazo. Duque Cornejo le hizo nuevos brazos y manos, y le modificó la posición de la cabeza para mantenerla erguida. Basílica de Nuestra Señora de las Angustias. Hacia 1714-19.
Retablo de la Virgen de la Antigua - El maestro realiza la traza, el ensamblaje y la escultura, inspirándose en el retablo de Santiago del templo catedralicio. Dorado por José Pablo Narváez, Pedro Díaz y Pedro Romero, quien también realizó los estofados de la capilla donde se aloja. Consta de varios altorrelieves y de las esculturas de San Miguel, San Cecilio, San Gregorio Bético, San Gabriel y San Rafael. La Virgen de la Antigua es obra anónima del siglo XV. Santa Iglesia Catedral. Hacia 1714-19.
Retablo de San Juan de Dios - La efigie del titular es de Diego de Mora. Hospital de San Juan de Dios.
Retablo del Oratorio de las Reliquias - Presidido por un lienzo de la Inmaculada Concepción, obra de Alonso Cano. Santa Iglesia Catedral.
Retablo Mayor - Atribuido al maestro. Comprende las esculturas de San Miguel, San Gabriel, San Rafael, Santiago, San Cecilio, San Tesifón, San Hiscio, San Maximino y San Setentrio, así como los relieves de la Asunción y de los santos Turilo, Panucio, Maronio y Lupario. Iglesia Abacial del Sacromonte. Hacia 1743.
Virtudes y Alegorías - Se trata de las esculturas de La Fe, La Verdad, La Integridad, El Examen, La Abstinencia, La Compunción, La Caridad, La Obediencia, La Vigilancia, La Paz y La Mansedumbre. Cartuja. 1723-28.
JAÉN
Retablo de la Capilla de San Benito - Santa Iglesia Catedral. 1760
Tabernáculo - Se halla en el presbiterio. Iglesia de San Ildefonso. Hacia 1760
Trazas de Retablos - Son un total de siete, según Luz Ulierte. Dos de ellos, el del Descenso de la Virgen y el de San Antonio Abad, se sabe que fueron ejecutados por Francisco Calvo Bustamante. Iglesia de San Ildefonso. Hacia 1760.
SEVILLA
Ángeles Ceriferarios - Atribución al maestro. Son propiedad de la Cofradía del Silencio y han sido muy restaurados por José Segura (1800), quien los estofó de nuevo y ensambló algunos dedos; Juan de Astorga (1828), quien modificó la posición de los brazos; Juan de Ojeda (1868), quien los volvió a estofar; Ramón Hernández (1868) y Luis Jiménez (1948 y 1964). Iglesia de San Antonio Abad. Hacia 1720.
Armarios de la Sacristía - Decorados con relieves en madera sin policromar. Santa Iglesia Catedral. 1743.
Esculturas de los Órganos - La estructura corrió a cargo de Luis de Vilches y los pórticos sobre los que se asientan corresponden a Diego Antonio Díaz, limitándose el maestro a labrar la decoración escultórica de las piezas. Santa Iglesia Catedral. 1725.
Esculturas del Retablo de la Capilla de San Leandro - Son las de San Leandro, San Fulgencio, Santo Domingo de Guzmán y San Antonio Abad. El retablo es obra de Manuel de Escobar. Santa Iglesia Catedral. 1733-34.
Esculturas del Retablo de la Capilla Sacramental - Son las de San Juan Bautista, San Juan Evangelista, San Agustín y Santo Tomás de Aquino. Proceden del anterior retablo, obra también de Duque Cornejo (1716), reemplazado por el actual de Manuel Barrera y Carmona (1785). Parroquia de San Bernardo. 1716.
Esculturas del Retablo de la Capilla Sacramental - Atribución al maestro. La arquitectura de la pieza parece corresponder a Jerónimo Balbás. Consta de numerosas esculturas y relieves que representan, entre otros, a San Sebastián, San Roque, Santo Tomás de Aquino, San José, San Ignacio de Loyola, San Jerónimo, San Bernardo, San Buenaventura, San Benito, y San Juan Evangelista. Parroquia de San Isidoro. Hacia 1703.
Esculturas del Retablo de la Virgen de la Antigua - Son las esculturas pétreas de El Salvador, Santa Ana, San Joaquín, San Juan Bautista y San Juan Evangelista. El retablo se halla también labrado en piedra por Juan Fernández Iglesias (1738). El mural de la titular es del siglo XIV, retocado en el XVI. Santa Iglesia Catedral. 1738.
Esculturas del Retablo de San José - Son las de San José, Santa Ana y San Joaquín. La traza del retablo es de Domingo Martínez. Capilla del Palacio de San Telmo. Hacia 1725.
Esculturas del Retablo del Crucificado - Son las del Crucificado, la Dolorosa y varios ángeles. La traza del retablo es de Juan Tomás Díaz. Capilla del Palacio de San Telmo. 1726.
Esculturas del Tambor de la Cúpula - Atribución al maestro. Son las figuras de las virtudes teologales y de varios santos fundadores de la Compañía de Jesús. Iglesia de San Luis de los Franceses. Hacia 1730.
La Gran Madre - Tamaño superior del natural (230 cm). Representa a la Virgen con el Niño. Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús. 1721.
Inmaculada - Tamaño superior del natural (195 cm). Procede del desaparecido Convento de San Francisco. Iglesia del Santo Ángel. Hacia 1730.
Retablo de San Estanislao de Kostka - Incluye la escultura del titular y pinturas realizadas por Domingo Martínez. Iglesia de San Luis de los Franceses. Hacia 1730.
Retablo de San Francisco de Borja - Al igual que el anterior, incluye la escultura del titular y lienzos pintados por Martínez. Iglesia de San Luis de los Franceses. Hacia 1730.
Retablo de San Francisco de Regis - Incluye la efigie del titular, lienzos de Martínez y un busto del Ecce Homo del siglo XVII en su remate, relacionado con el arte de Pedro de Mena. Iglesia de San Luis de los Franceses. Hacia 1730.
Retablo de San Francisco Javier - En su realización, intervino el ensamblador Juan de Hinestrosa. Incluye la talla del titular y pinturas de Martínez. Iglesia de San Luis de los Franceses. Hacia 1730.
Retablo de San Ignacio de Loyola - Al igual que el anterior, también el santo titular se halla realizado por Duque Cornejo y posee pinturas de Martínez. Iglesia de San Luis de los Franceses. Hacia 1730.
Retablo de San Luis Gonzaga - Incluye la efigie del titular, lienzos de Martínez y un busto del Ecce Homo del siglo XVII en su remate, relacionado con el arte de Pedro de Mena. Iglesia de San Luis de los Franceses. Hacia 1730.
Retablo Mayor - Atribución al maestro. La traza y las esculturas corresponderían a Duque Cornejo, mientras que el ensamblaje habría sido realizado por Felipe Fernández del Castillo. Convento de San Leandro. 1745-48.
Retablo Mayor - Iglesia de San Luis de los Franceses. 1730.
Retablo Mayor - Se incluyen de su mano las esculturas de San Estanislao de Kotska, San Luis Gonzaga, varios ángeles y los lampareros que preceden el conjunto, así como los relieves de San Francisco Javier, San Francisco de Regis y San Francisco de Borja aceptando en la Compañía de Jesús a San Estanislao de Kotska. Los lienzos son de Domingo Martínez y la efigie de la Inmaculada del Círculo de Gregorio Fernández. Capilla de los Novicios de la Iglesia de San Luis de los Franceses. Hacia 1733.
Retablo Mayor - Atribución al maestro. Consta de las esculturas de San Pablo y varios santos dominicos. La santa titular es obra de Felipe Malo de Molina (1704). Parroquia de la Magdalena. Hacia 1720.
Remodelación de la Virgen del Buen Aire - Labró el trono de ángeles sobre el que se asienta, talló el dorso para convertirla en imagen de bulto redondo y aplicó nueva policromía, aunque en las carnaciones se mantuvo la original, superponiendo la nueva policromía sobre una capa intermedia a modo de capa aislante. La pieza original es obra de Juan de Oviedo y de la Bandera (1600). Capilla del Palacio de San Telmo. 1724.
San Antonio de Padua - Capilla del Palacio de San Telmo. 1725-26.
San Clemente - Única pieza conservada del retablo mayor contratado en 1706 con Jerónimo Balbás y Pedro Duque Cornejo, quien se hizo cargo de la parte escultórica de la fábrica. Se halla en el remate del actual retablo mayor. Parroquia del Sagrario. 1706-09.
San Leandro y San Isidoro - En este caso, el maestro se limitaría a realizar la cabeza y las manos de los santos, pues los agitados ropajes se encuentran ricamente cincelados en plata de ley. Últimamente se relacionan con la labor escultórico de Cayetano da Costa. Santa Iglesia Catedral. 1741.
San Telmo - Capilla del Palacio de San Telmo. 1725-26.
Santas Justa y Rufina - Proceden de la Iglesia del Salvador. Como todas sus obras femeninas, poseen gran elegancia formal y rostros bellos y aniñados. La Giralda de plata que figura entre ambas, siguiendo la iconografía habitual de las santas, es obra del platero Juan de Dios (1722). Santa Iglesia Catedral. 1728.
Sepulcro del Arzobispo Salcedo y Azcona - La obra se inspira en el sepulcro del Cardenal Hurtado de Mendoza, realizado por Domenico Fancelli (1510) y conservado también en la Capilla de la Virgen de la Antigua. Santa Iglesia Catedral. 1735-40.
Pedro Duque Cornejo en El Paular
El Real Monasterio de Santa María de El Paular fue durante 450 años un monasterio cartujo, desde su fundación en 1390. Actualmente, desde 1954, es una abadía benedictina. Está situado en el municipio de Rascafría, en la vertiente madrileña de la Sierra de Guadarrama, en la Comunidad de Madrid (España).
"Ante todo, agradezco al Presidente de nuestra Asociación y al anterior Prior, P. Ildefonso, el encargo que en el año 2001 me hicieron para dar esta conferencia en la celebración del día de los Amigos de El Paular del Año 2002. Pero por varias razones la conferencia se hace el 2 de julio 2005.
Al ser yo andaluz y venir a tierra castellana, me pareció interesante escoger un tema que muestre cómo ha habido en el arte español, igual que en otros aspectos de su vida religiosa y cultural, una mutua relación entre Castilla y Andalucía.
La Cartuja de El Paular es una de las más expresivas muestras de ese doble influjo. Y para ello acudo al artista que se puede estimar último de los grandes representantes del barroco andaluz: Pedro Duque Cornejo y Roldán, nieto del aún más famoso que él, Pedro Roldán, ambos presentes en toda Andalucía y de influjo prolongado hasta el Corazón de España, la Corte de Madrid, por si mismos y a través de su extensa familia, miembros del gran taller fundado por Roldán.
San Bruno. El Paular. Obra de Duque Cornejo
La presencia de Pedro Duque Cornejo en el Paular además de implicar una cierta devolución de los beneficios que la corriente del arte castellano proporcionó a Andalucía desde tres siglos antes, supone también una expresión de gratitud del mundo religioso sevillano al castellano, pues de la cartuja de El Paular partieron los monjes para iniciar la vida cartujana en la fundación de Santa María de las Cuevas, al embellecimiento de cuyo templo contribuyeron dos artistas abulenses, Isidro de Villoldo y Juan Bautista Vázquez el Viejo, llegados a Sevilla para hacer el retablo mayor de la misma cartuja, aparte de su contribución al magno retablo mayor de la catedral hispalense. Vean por tanto, qué densa trama de interrelaciones se dan entre ambos mundos, el andaluz y el castellano. El último periodo de esta relación lo identifico en la persona de Duque Cornejo, autor, junto a otros artistas andaluces, de la espléndida decoración del Sagrario y capilla-posterior de nuestro monasterio paulatino.
Pedro Duque Cornejo y Roldán es uno de los más ilustres representantes de la corriente barroca andaluza, que con él se prolonga en el arte rococó, propio del siglo XVIII. Para conocer su raíz hay que mencionar una vez más a su insigne abuelo, Pedro Roldán, el más prolífico retablista del siglo XVII, presente en toda la región andaluza, y que también trabajó para la corte española en Madrid. Roldán fue un caso singular, pues su maestría no se limitó a formar algunos discípulos, sino que tuvo un marcado carácter familiar. El suyo fue un taller donde se integraron sus hijos e hijas, los respectivos consortes y hasta varios nietos. De esta familia, de siete hijos, la mas famosa es la mayor, Luisa Roldán, conocida como “La Roldana”, casada con otro escultor, Luis Antonio de los Arcos, quienes pasaron gran parte de su vida en Madrid, al ser nombrada Luisa escultora de cámara de Carlos II y Felipe V.
Otra de las hijas, Francisca, pintora, casó en Sevilla con el escultor José Felipe Duque Cornejo, de ascendencia granadina. Ambos formaron parte del taller paterno. De ellos nació nuestro artista el 14 de agosto de 1678. Fue hombre longevo, y mucho para su tiempo, pues murió en 1757, a punto de cumplir los ochenta años, y en plena actividad. Por los datos documentales que poseemos se acreditan 55 años de prestigiosa labor artística. Casó en Sevilla y tuvo siete hijos, varios de ellos dedicados a la pintura y escultura. Su vida fue bastante acomodada, con casas propias y posesiones rurales. Poseyó carroza, un lujo accesible en aquella época a los potentados. Además, la Real Chancillería de Granada le otorgó privilegio de hidalguía en 1751.
San Juan Bautista. El Paular. Obra de Duque Cornejo
Su aprendizaje y formación artística se desarrollaron en el taller de su abuelo, junto a su madre y a su tía Luisa. Menos pudo influir su padre, que no pasó de discreto escultor. Comenzó su obra artística en Sevilla y Granada, a donde volvió en periodos de madurez, pero, también, como su ilustre ascendiente, su actividad se extendió fuera del ámbito sevillano. Trabajó en Jaén. El Paular, Madrid y Córdoba, aquí los últimos diez años de su vida, dedicado a realizar, al frente de un numeroso taller de ayudantes, el espléndido coro de la catedral-mezquita. Tuvo el título de escultor de cámara de la Reina Isabel de Farnesio, esposa de Felipe V.
Hernández Díaz, uno de los más autorizados expertos en arte andaluz, no duda en calificar a Duque Cornejo “el artista barroco andaluz por antonomasia”, y Taylor, el más completo estudioso de este artista, lo estima “el más destacado imaginero y entallador del siglo XVIII en Andalucía”. Los influjos estilísticos de su quehacer aúnan rasgos de mudejarismo de raíz cordobesa, andalucismo nazarita y las formas clasicistas y barrocas sevillanas y granadinas.
El estilo de duque Cornejo conjuga con gran creatividad las influencias de José de Ace, Alonso Cano, Alonso de Mena, y sobre todo, el de sus familiares, el abuelo Roldan y la tía Luisa, la Roldana. Convivió además con otros grandes maestros de la escuela barroca granadina, Pedro de Mena, hijo de Alonso, los hermanos Mora, Bernardo y José, y José Risueño. De sus relaciones con órdenes religiosas como jesuitas y cartujos, aprendería conceptos de su sentido espiritual que influyen en su obra. Los artistas del renacimiento y barroco, sobre todo español, no son únicamente expertos en su arte sino hombres que beben en el ambiente religioso de su época los criterios de una fe que tiene decisiva influencia en su modo de concebir las obras que ejecutan. Devotos cristianos, asisten a sermones y conocen los escritos de los maestros de ascética y mística, como muestran los libros encontrados en sus bibliotecas.
En mi opinión la influencia de Arce, Cano y Roldán aparecen en las formas atrevidas y ampulosas de las vestiduras, cortinajes y baldaquinos donde se sitúan las imágenes y en el modo de tratar el cabello en grandes masas con efectismo impresionista, sin llegar a minuciosidades; pero cuando se contempla la expresiva delicadeza de los rostros femeninos santas o de jóvenes santos jesuitas, y la luminosa calidad de su policromía, acude inevitablemente a la memoria el estilo de su tía Luisa, La Roldana, en el que lucen rasgos de un barroco ya desembocado en las exquisiteces del rococó, estilo el más característico de aquella eximia artista.
San Pablo. El Paular. Obra de Duque Cornejo
Además, Duque Cornejo no fue sólo un gran escultor imaginero. Su obra no puede entenderse sin referencia a su más amplia condición arquitectónica. Fue diseñador y autor de numerosos retablos, púlpitos, monumentales conjuntos de cajas y tribunas para grandes órganos, como los de la catedral de Sevilla, y mobiliario como armarios y cajoneras de sacristía, todo de extraordinaria belleza y riqueza decorativa. En su trabajo empleó tanto madera como los más ricos mármoles y el bronce. Las catedrales de Sevilla, ya citada, y las de Jaén, Granada y Córdoba, junto a otros notables templos de las mismas ciudades, conservan magníficos testimonios de su obra, de los que no hacemos mención especial dada su abundancia y la dificultad de destacar algunos de ellos. Excelente dibujante, le fueron solicitados muchos diseños y trazas de retablos para ser ejecutados por otros artitas.
Pero centrémonos en su trabajo para la cartuja de El Paular, realizado en 1725, tras su primer periodo granadino-sevillano (1702-1724). Es época de madurez del artista, antes de regresar a Sevilla para otro fecundo periodo, de 1726 a 1747, y concluir en Córdoba, con la magna obra del coro catedralicio, junto a otras, también para Jaén, hasta 1757, año de su fallecimiento.
El encargo para El Paular fue debido a la admiración que despertó en el prior de está cartuja la contemplación de lo que realizaron Duque Cornejo, junto al arquitecto Hurtado Izquierdo, el pintor cordobés Antonio Palomino y los imagineros José Mora y José Risueño para el sagrario de la Cartuja granadina. A Izquierdo, Palomino y Duque Cornejo ofreció hacer la obra del Sagrario y capilla tras el mismo, desechando para ello otro proyecto de un artista franciscano, ya aceptado en principio. Y a buen seguro que no lo defraudaron, pues el resultado de la intervención de aquellos artistas es de una belleza y grandiosidad de difícil superación.
Para el ánimo del contemplador constituye un contraste abismal, que llega a producir cierto vértigo, la impresión que se experimenta al pasar de golpe de la lírica belleza del último arte gótico y renacentista, plasmados en el gran retablo alabastrino y las sillerías que se enmarcan en cánones artísticos propios de estilos más clásicos del arte castellano, a la vorágine de formas arrebatadas plasmadas en la increíble custodia marmórea del Sagrario, junto a las imágenes y todo abrumador entramado decorativo de columnas, baldaquinos, cortinajes y demás elementos de ese pasmoso conjunto.
San José. El Paular. Obra de Duque Cornejo
Dados los límites de esta intervención y mi especialización en aspectos del arte relacionados con la expresión psicológica en la imaginería, me fijaré sobre todo en las calidades expresivas de las esculturas talladas y policromadas del Sagrario y capilla anexa en cuyos ámbitos dejó Duque Cornejo una excepcional muestra de su quehacer, consistente en cuatro figuras, situadas en torno a la gran custodia de ricos mármoles andaluces que alberga el tabernáculo, y las doce que ocupan retablos e intercolumnios de la capilla contigua, a las que hemos de añadir dos, presentes desde la desamortización en la iglesia parroquial de Rascafría. En la hornacina central del retablo de la capilla, frente al tabernáculo, se hallaba otra efigie de singular belleza: la juvenil Virgen Madre, tallada y policromada por Luis Fernando de Carmona, hoy en la iglesia parroquial aludida. El conjunto iconográfico aúna figuras representativas de la fe cristiana y de los dos valores muy estimados en el ámbito cartujo: la virginidad consagrada y la ascética penitencial, junto a los santos de la propia Orden.
Las imágenes que rodean el tabernáculo representan a San José, San Juan Bautista y los santos apóstoles Pedro y Pablo: la raíz de la que proviene el Redentor en su encarnación, el ascetismo alejado del atractivo mundano y las columnas básicas de la Iglesia. Y la capilla anexa, a ambos lados del retablo central, aparecen las imágenes de San Joaquín y Santa Ana, que junto a la de María Madre conformaban el que llamaremos “conjunto mariano”. Los demás retablos están ocupados, uno frente a otro, por imágenes de dos santos apóstoles. Juan y Santiago el Mayor, de honda significación el primero en la mística cristiana, como discípulo amado y autor de escritos del más elevado vuelo en el Nuevo Testamento, y el segundo protomártir del colegio apostólico y patrón de España. Los demás retablos contienen figuras de vírgenes mártires del período de las grandes persecuciones: Inés, Catalina, Lucia y Águeda. En los intercolumnios de la rotonda de la capilla hallamos las estatuas de los santos cartujos Bruno, Hugo, Antelmo y Nicolás Albergati. Las dos bellísimas imágenes, hoy en Rascafría, de la Magdalena penitente y Santa Bárbara, otra virgen mártir, se encontraban junto a la puerta de entrada al Sagrario.
Hay una nota común a las imágenes y es su ubicación bajo ampulosos baldaquinos de grandes cortinajes fastuosamente policromados, recogidos por gruesos cordones con borlas y sostenidos por angelotes dorados. De igual modo, los mantos y demás paramentos de las figuras ofrecen profusión de revoloteos, incurvaciones y demás recursos propios de un desbordado decorativismo, característico de la mentalidad barroca final. Las figuras que rodean el tabernáculo están presentadas sobre hermosas peanas de menuda talla y rico dorado. Tienen, además, un elemento natural o tectónico, tronco o roca, en los que se apoyan las imágenes. Las dos que resultan más logradas por su calidad expresiva son las de San Pedro, con mirada dirigida a lo alto y gesto de doliente arrepentimiento, que porta el símbolo parlante de las llaves y tiene a su lado un gallo, recuerdo de sus negaciones. Y la otra es la de San José, que posee rasgos de varonil juventud, y se halla en afable diálogo con un Niño Jesús que tiene en sus brazos de sonriente expresión y vestido con linda túnica.
En la capilla ante el Sagrario, las imágenes de los padres de la Virgen María flaquean la honacina central del retablo situado frente al tabernáculo; posee especiales quilates expresivos la de Santa Ana, que representa una ancianidad de austeros rasgos y sereno dinamismo. Las figuras de los santos apóstoles Juan y Santiago son de gran dignidad, paramentadas con amplias túnicas y mantos con magnifica policromía. Las imágenes de los santos cartujos que ocupan los intercolumnios de la capilla tienen bastante semejanza entre sí. El santo fundador viste el hábito de la Orden; su rostro es afilado, con expresividad penitencial, pero el aspecto juvenil de la faz tal vez resta austeridad. Los demás santos se cubren con amplias capas y lucen la mitra de su dignidad episcopal. Los expertos estudiosos de la imaginería de El Paular consideran estas imágenes de santos cartujos las menos conseguidas, tal vez debidas a manos diferentes de Duque Cornejo, aunque fueran suyas las trazas.
Por el contrario, hay coincidencia, a cuya opinión añado modestamente la mía, en que, como grupo de la capilla tras el Sagrario, son las imágenes de las vírgenes mártires, las que atesoran más valiosos aspectos expresivos. Aparte de la fastuosa riqueza de sus túnicas y mantos, que las envuelven con regia elegancia, coinciden todas en mostrar unos rostros de juvenil lozanía, incluso adolescentes, para evidenciar así el valor de su condición virginal consagrada al divino Esposo. Son figuras movidas, con un dinamismo al mismo tiempo natural y de suma elegancia, que portan los respectivos símbolos de su identidad; Inés, el cordero; Catalina, rueda dentada y espada; Lucía, con la copa con los ojos arrancados, y Agueda, la bandeja con los senos cortados, y todas, con la palma que simboliza su martirio.
El extraordinario y exquisito candor de estos rostros recuerda vivamente las creaciones, sobre todo en barro, de la genial Luisa Roldán, tía de nuestro artista, si bien el dibujo del rostro tiene un canon más ovalado, menos redondeado en el sobrino. Esos rasgos serán reiterados, siempre con originalidad, en otras creaciones de Duque Cornejo, como la pareja de las santas mártires hispalenses Justa y Rufina, hoy en la catedral de Sevilla, y las de los jóvenes santos jesuitas Luis Gonzaga y Estanislao de Kostka, talladas para la iglesia del noviciado de San Luis de los Franceses en la misma capital, geniales producciones inmediatamente posteriores a su trabajo en El Paular.
Mas, como final de este recorrido, me referiré de nuevo a una de las dos imágenes que, realizadas para El Paular, se hallan en la iglesia parroquial de Rascafría. Junto a la deliciosa figura de una Santa Bárbara, joven virgen y mártir, que forma un grupo con las cuatro ya aludidas, y de similares características formales y expresivas, hallamos una soberbia representación de Santa María Magdalena, figura estimadísima por todo el amplio mundo ascético cristiano. Es la segunda de las imágenes de la cartuja granadina y forma parte de las cuatro figuras que flaquean el Sagrario de aquella, encargadas a eminentes historiadores del arte, como Mª Elena Gómez Moreno y José Martín González tal vez como la obra maestra de Duque Cornejo, y la calificación es merecida, pero es posible que el hallarse la segunda efigie de la santa fuera de su lugar originario y en adversas condiciones de conservación halla influido en cierto desconocimiento y valoración adecuada.
San Pedro. El Paular. Obra de Duque Cornejo
El estado de conservación de esta portentosa imagen es muy deficiente. Uno de los brazos está desprendido y tiene tal suciedad y hasta pérdida de materia plástica que no es posible calibrar bien sus innegables cualidades. Pero aún así, me atrevo a estimarla desde el punto de vista expresivo, tan lograda como la famosa de Granada, que luce todo su esplendor gracias a su cuidada restauración. Sí ésta manifiesta, en su mirada dirigida al Crucifijo que porta en la mano izquierda, rasgos expresivos de llorosa aflicción, la de El Paular acentúa la cualidad ascética penitencial, y en su indumentaria se muestra el artista más sobrio que en las formas de la túnica y manto de la efigie granadina.
El rostro de nuestra imagen es de rasgos más afilados, más descarnados, como de mayor rigor penitencial; se vuelve en giro más acentuado hacia el crucifijo que llevaría en la deteriorada mano izquierda, a la vez que inclina la cabeza y dirige la mirada, de hundidos ojos, ligeramente hacia abajo. El fruncimiento del entrecejo también muestra la calidad y hondura del sentimiento penitencial que embarga a la santa representada. Su ropaje, de formas amplias, talladas con la típica profundidad de curvas del maestro, deja ver torso y hombros, sobre lo que caen por delante dos rizadas crenchas de cabello; la abierta indumentaria se sujeta por encima del pecho con áspera soga que pasa sobre los brazos.
En conclusión, estamos ante una obra maestra en todos los sentidos, parte del maravilloso conjunto dejado por Duque Cornejo, como excepcional testimonio de la final brillantez del barroco andaluz en el corazón de Castilla y de España, y por ello bien merece el esfuerzo de una completa restauración a cargo de los competentes talleres del Patrimonio Histórico Español, junto a la Santa Bárbara del mismo imaginero y las singulares figuras la Virgen y San Bruno, de Carmona y Pereira, respectivamente, para ser incorporadas a sus ubicaciones primitivas. Es un objetivo que prestigiará más aún a la Asociación de Amigos de El Paular, al continuar la tarea de recuperación del impresionante patrimonio artístico aún existente que atesoraba esta gran cartuja que, junto a la Comunidad benedictina, está llevando a cabo con los ya palpables y felices resultados que estamos viviendo.
Con esta sugerencia e instancia, hechas desde la profunda estima que siento por este cenobio, cierro mi intervención, reiterando mi gratitud por habérseme confiado tan honroso encargo."
El Transparente o Tabernáculo de El Paular (Madrid)
Tradicionalmente los cartujos han solído tener al Santísimo fuera de la iglesia propiamente dicha y más precisamente en una capilla situada detrás del presbiterio. Así ocurrió también en El Paular y de ello dan buena prueba las dos portaditas laterales del retablo mayor. Pero fue esta capilla la que más transformaciones sufrió con los siglos, quizá por la excepcional importancia que le atribuían. Y así sabemos que en la versión del siglo XVII su cúpula fue decorada al fresco, en 1619, por Antonio Lanchares, por cuyo trabajo le pagaron 4.000 ducados, y que el año siguiente, junto con el escultor Miguel Tomás, realiza un retablo de escultura, pintura y estofado para el que pinta los lienzos de “La Ascensión”, “Pentecostés”, “Adoración de los Pastores” y “Adoración de los Reyes” , de todo lo cual no queda más que el recuerdo, así como seis cuadros pintados para las misma por el cartujo Sánchez Cotán.
Justo un siglo después, en 1718 se realiza el proyecto de la versión que hoy podemos contemplar y que tantas críticas ha suscitado desde los tiempos de D. Antonio Ponz, el puritano neoclásico (el mismo que llama “antigualla” al soberano retablo mayor...), y de todos lo que “piensan” por cabeza ajena... cierto que el choque estético después de haber admirado la joya gótica a un par de metros no es despreciable. Pero no es precisamente el único caso que conviven sin mayor problema el barroco más delirante con estilos más venerables (piénsese sólo en Santiago de Compostela, donde andan “buena compaña” la fachada del Obradoiro y el más puro románico). Kubbler considera, sin embargo, la primera mitad de este siglo XVIII “como el más rico festín que la historia de la arquitectura haya presenciado jamás”.
El Sagrario o Transparente (por el papel que aquellos artistas hacían jugar a la luz en sus concepciones arquitectónico-escultóricas), como también suele denominarse, se compone de dos estancias escalonadas detrás del ábside. La más próxima a éste, la que contiene el tabernáculo donde estaba el ostensorio con el Santísimo, es, en alzado, de forma octogonal aunque, en planta, es de lados paralelos a los del ábside (es decir, semi-hexagonal). El otro recinto, que actuaría como “nave” del anterior, es, en planta cuadrado y, en alzado, presenta forma de cruz griega, abriéndose en el brazo occidental la capilla del Sagrario y en los otros tres sendos altares. Sobre el centro de la cruz hay una cúpula en forma de casquete esférico y en los chaflanes de la intersección de los brazos se abren cuatro capillas de planta aproximadamente hexagonal y de menor altura que todo el resto. La entrada a este recinto se realiza a través de dos pasadizos que flaquean el ábside y arrancan en diagonal de las sacristías, la antigua y la actual. El sagrario está iluminado por siete grandes ventanales de arco de medio punto y la antecámara por ventanales de arco escarzado en las extremidades de la cruz y óculos redondos en las pechinas de la cúpula. El transparente y la antecámara están separados por una preciosa mampara decorada en rojo y oro en la que se abren una puerta y grandes vanos que debieron estar encristalados y permitían contemplar el Santísimo aunque ésta estuviese cerrada.
El Tabernáculo propiamente dicho es una complicada creación, desbordante de imaginación y realizado a base de ricos mármoles de Cabra, Priego, Granada y serranía de Córdoba, y en el que se combinan columnas salomónicas y pilastras prismáticas, ángeles y angelotes, estatuas de Apóstoles y Evangelistas y alegorías de las Virtudes. En el centro se alza la figura triunfante de Cristo resucitado. El todo, que asciende hasta la misma cúpula y que “arde con luz derramada desde arriba abajo”, está rematado por una figura alegórica femenina
La antecámara está también fastuosamente decorada a base de columnas de mármoles y jaspes así como de hojarasca barroca que cubre paramentos y pechinas, altares y hornacinas. En la clave de los cuatro arcos torales aparecen las armas de Felipe V entre sendas parejas de ángeles trompeteros. Sobre las cuatro puertas de acceso a las capillas hay sendas hornacinas con estupendas tallas de San Bruno y tres obispos cartujos (San Hugo, San Antelmo y San Nicolás Albergati). En el fondo del brazo meridional hay un altar dedicado a San Santiago y en los muros laterales del mismo, hornacinas con preciosas tallas de Santa Catalina y Santa Lucia. En el fondo del septentrional hay un altar presidido por una talla de San Juan y las correspondientes hornacinas: una está ocupada por Santa Águeda y la otra vacía. En el brazo oriental, hay una imagen de San Inés (ocupando el lugar de otra de la Virgen desaparecida) entre las de San Joaquín y Santa Ana. La mayoría de estas tallas se deben a Pedro Duque Cornejo (1677-1757), autor de la célebre sillería del coro de la catedral de Córdoba, con quien fueron contratadas el 20 de mayo de 1725. El resto son de la mano del vallisoletano Pedro Alonso de los Ríos, autor de las esculturas de la fachada de la iglesia de San Cayetano, de Madrid. Por esta época trabajó también para El Paular la Roldana, que dejó varios ejemplares de sus deliciosos “Nacimientos” en barro, de los que no ha dado ni rastro.
El autor del proyecto de conjunto fue el cordobés Francisco Hurtado (1669-1725), que ya en 1702 había realizado esa otra estupenda obra que es el Transparente de la cartuja de Granada (así como la Sacristía), del que éste es paradigma en pie de igualdad (ambos se han considerando como los dos mejores conjuntos “churriguerescos” de España: aunque los Churriguera fueran posteriores a Hurtado...). De él ha escrito Kubler: “El volumen exterior de la antesala de amplia expresión a cada recinto del diseño, en un conjunto de cuerpos planos y curvos elevándose hasta el tambor reforzado con torrecillas en los ángulos. Estos elementos delatan la dependencia de Hurtado respecto a la brillante obra del más joven arquitecto castellano, Pedro de Ribera, cuyo proyecto para Nuestra Señora del Puerto, en Madrid, fue acabado en 1718”. A su muerte, la obra fue terminada por sus discípulos. El tabernáculo, en particular, es según un texto de 1728, de Teodosio Sánchez de Rueda.
La parte pictórica, de la que hoy quedan pocos restos, la ejecutó, en 1723, Antonio Palomino como final de su carrera y es, según Gaya Nuño “una de sus más bellas y frescas invenciones, de las mas libres, de las mejor imbuidas por el espíritu del nuevo siglo”. También Madoz, pintó varios cuadros al óleo para el Transparente, cuyo paradero se desconoce.
Retablo mayor del Monasterio de El Paular. Madrid
Sillería de la catedral de Córdoba
Sillería de la catedral de Córdoba. Obra de Pedro Duque Cornejo.
Sillería de la catedral de Córdoba. Duque Cornejo, como un ferviente continuador de la tradición barroca sevillana y mostrando afinidades notables con la escultura de Roldán, en esta obra subraya Duque Cornejo su estilo exaltado y su habilidad técnica. No permanece ajeno al arte de su tiempo y en la clara y múltiple disposición de las figuras, interpretadas con precisión y primor, ofrece la acción, el gesto y la expresión en una concordancia maestra.
Sillería de la catedral de Córdoba. Duque Cornejo sabe acomodar muy bien el relieve a la estructura y revela su dominio también del ornamento que, encuadrado y bien distribuido por los paneles, se fusiona como un vacilante fárrago de formas plásticas decorativas.
En su amplia perspectiva, el relieve central de la Ascensión del Señor sugiere un eje en torno al cual se incardina la evidente unidad de la obra.
Una serie de misterios rodean la sillería de la catedral de Córdoba, enigmas o interrogantes que trataremos de desmembrar en las siguientes lineas.
La nueva capilla mayor de la catedral de Córdoba requería una sillería adecuada y nueva, pero los canónigos se vieron forzados a trasladar parte de la antigua silleria de la antigua capilla mayor al nuevo emplazamiento. Primer interrogante ¿ donde se encuentra la antigua y original sillería de la primitiva capilla mayor de la catedral?, nada se sabe.
La sillería actual fue elaborada sobre 1750 por un artista de renombre de Sevilla, Pedro Duque Cornejo, y un equipo de artesanos. El proyecto fue enorme, empleando hasta 46 trabajadores a la vez y costando 913,889 reales y 6 maravedíes. Es una de las obras maestras del Barroco Español y el último coro tallado en madera de España.
El escultor, a cambio de un salario anual de 300 ducados, acordó esculpir dos medallones para cada silla. Uno grande representando una escena de la vida de Jesús o la Virgen, y una pequeña representando un pasaje de la Biblia.Tuvo que competir con dos artistas renombrados hasta que fue seleccionado.Pero el brillante y consumado artista tuvo que someterse a unas condiciones en su contrato que son mas dignas de un autor novato que de un profesional cualificado y de importancia como el lo era.Segundo interrogante, ¿ porque acepto las condiciones ingratas del cabildo cordobes?
Pedro Duque Conejo no llegó a ver su obra terminada. Murió a la edad de 80, justo después de presentar el último de sus esculturas en barro para su aprobación. Se enterró a poca distancia de su sillería (que se terminó unos meses después) en un funeral ostentoso pagado por la Iglesia. Su lápida está al pie del Facistol."
Fuente: Orti Belmonte, pp.201-215.
Entre el facistol y la puerta principal de acceso, una lapida en marmol negro cubre los restos. En la parte alta de la lapida esta esculpido un escudo en el que se lee:
"Aquí yace Don Pedro Duque Cornejo estatuario de camara de la Reina, varón de singular bondad y sencillez, celebre profesor de arquitectura, pintura y escultura, hizo la sillería del coro de esta santa Iglesia que concluyo con su vida el año de 1757 a los 80 años de su edad. Requiescat in pace".
En el año de 1883 y a causa del desgaste sufrido por el paso constante y por el tiempo fue restaurada y refundida la lapida por Mateo Inurria, este recibio por ello 35 pesetas.
Tercer interrogante, ¿ porque elige su enterramiento en la catedral cordobesa en vez de por ejemplo en su catedral sevillana u otras en las que había participado?.
Hay quien afirma que esta fantástica sillería esconde misterios indescifrables, tallados maravillosos que en ocasiones están tan al detalle que solo pueden apreciarse con lupa. Una sillería sombreada, relegada a un segundo plano por el magnifico templo en el que se ubica, pero que por si sola seria de primer orden ante todas las sillerías del país.
Coro y sillería de la catedral-mezquita de Córdoba. Obra maestra de Pedro Duque Cornejo y Roldán.
Algunas imágenes de la obra Pedro Duque y Cornejo
Algoría de Eucaristía. Granada. Obra de Duque Cornejo
Retablo Mayor. Umbrete. Sevilla. Obra de Duque Cornejo
San Leandro y San Isidoro de la Catedral de Sevilla, obras de 1741 cuyos ropajes son cincelados en plata de ley.
San Isidoro. Catedral de Sevilla. Obra de Pedro Duque Cornejo
Santo Tomás. Serie Apostolado de la Basílica de las Angustias de Granada. (1714-19). Obra de Pedro Duque Cornejo
Simón. Serie Apostolado de la Basílica de las Angustias de Granada. (1714-19). Obra de Pedro Duque Cornejo
Santiago el Menor. Serie Apostolado de la Basílica de las Angustias de Granada. (1714-19). Obra de Pedro Duque Cornejo
Santiago. Serie Apostolado de la Basílica de las Angustias de Granada. (1714-19). Obra de Pedro Duque Cornejo
San Pedro. Serie Apostolado de la Basílica de las Angustias de Granada. (1714-19). Obra de Pedro Duque Cornejo
San Juan. Serie Apostolado de la Basílica de las Angustias de Granada. (1714-19). Obra de Pedro Duque Cornejo
San Pablo. Serie Apostolado de la Basílica de las Angustias de Granada. (1714-19). Obra de Pedro Duque Cornejo
San Judas Tadeo. Serie Apostolado de la Basílica de las Angustias de Granada. (1714-19). Obra de Pedro Duque Cornejo
San Mateo. Serie Apostolado de la Basílica de las Angustias de Granada. (1714-19). Obra de Pedro Duque Cornejo
San Felipe. Serie Apostolado de la Basílica de las Angustias de Granada. (1714-19). Obra de Pedro Duque Cornejo
San Bartolomé. Serie Apostolado de la Basílica de las Angustias de Granada. (1714-19). Obra de Pedro Duque Cornejo
San Andrés. Serie Apostolado de la Basílica de las Angustias de Granada. (1714-19). Obra de Pedro Duque Cornejo
Parte del Apostolado realizado por Pedro Duque Cornejo en la Basílica de las Angustias de Granada, recientemente restaurados:
Siete imágenes del apostolado realizado por Pedro Duque Cornejo para la Basílica de las Angustias de Granada.
Magdalena Penitente de la Cartuja de Granada, primer cuarto del XVIII. Obra de Pedro Duque Cornejo
Jesús Nazareno. San Fernando, Cádiz. Obra de Pedro Duque Cornejo...
Más info de esta obra
Inmaculada Concepción. Obra de Pedro Duque Cornejo, 1719. Capilla del Santísimo Sacramento de la Prioral de Santa María de Carmona (Sevilla) se encuentran unas fabulosas tallas de Duque Cornejo.
Inmaculada Concepción. Retablo Mayor de la Iglesia de Santiago Apóstol de Cádiz. Obra de Pedro Duque Cornejo
Virgen de la Soledad de Benacazón. Obra atribuida a Pedro Duque Cornejo
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Calvario. Iglesia de Consolación de Umbrete (Sevilla). Obra de Pedro Duque Cornejo
Calvario (algunos detalles). Iglesia de Consolación de Umbrete (Sevilla). Obra de Pedro Duque Cornejo
Santas Justa y Rufina de la Catedral de Sevilla, 1728. Obra de Pedro Duque Cornejo
Pura y Limpia de Triana, obra atribuída a Pedro Duque Cornejo
San José de Pedro Duque Cornejo, Palacio de San Telmo, Sevilla. Obra de Pedro Duque Cornejo
San Francisco de Borja, 1730. San Luis de los Franceses, Sevilla. Obra de Pedro Duque Cornejo
San Antonio de Padua. Capilla del Palacio de San Telmo, Sevilla, 1725-26. Obra de Pedro Duque Cornejo
Ntra. Sra. del Santo Rosario. La Titular letífica de la Hermandad sevillana de la Macarena es una imagen anónima, atribuída al imaginero Duque Cornejo. Originariamente de talla completa, la Señora del Rosario fue adaptada a imagen de candelero para vestir. Las manos actuales son de Eslava, 1960.
Nazareno que se encuentra en uno de los retablos del convento de San Leandro de Sevilla para el cual trabajó Duque Cornejo en el año 1747. Es toda una joya de la imaginría barroca de la escuela sevillana.
Virgen de los Dolores de las Cabezas de San Juan. Obra de Pedro Duque Cornejo
Magdalena. Otra obra atribuida a Duque Cornejo, la magdalena de la parroquia de Santiago el Mayor de Utrera. Seguramente, por ciertas analogías que puede tener con la Magdalena de la Cartuja granadina.
San Francisco de Paula del santuario de Consolación de Utrera atribuido a Duque Cornejo.
Dolorosa que se atribuye al arte de Duque Cornejo es la titular de la Vera Cruz de las Cabezas de San Juan, la Virgen de los Dolores.
Nazareno. Convento de las Filipenses de Écija. Nos encontramos este Nazareno tan interesante que, entiendo, puede participar del estilismo formal del arte de Duque Cornejo. Una talla de indudable herencia roldanesca pero evolucionada al movimiento, elegancia y barroquismo del autor. Particularmente es una pieza que me encanta.
San José y el Niño. Iglesia de San Juan Bautista de Écija. Obra de Pedro Duque Cornejo
Inmaculada. Iglesia de San Juan Bautista de Écija. Obra de Pedro Duque Cornejo. Estas dos fantásticas piezas pertenecen a la Iglesia de San Juan Bautista de Écija, se trata de un San José y una Inmaculada de pequeño formato, impregnados de esa exquisitez plástica de Duque Cornejo.
San José de la Iglesia del antiguo convento mercedario de Écija. No tengo datos ni documentación sobre el mismo pero, aún corriendo el riesgo del disparate, me concedo la licencia de dejarlo. Su vinculación con otras piezas de la misma iconografía, como el Patriarca de San Telmo de Sevilla o el de Marchena que ya vimos en este tema, me resultan muy importantes. (Laserno/islapasionforos.mforos.com)
Inmaculada. Abadía del Sacromonte. Granada. Obra de Pedro Duque Cornejo. La capilla de Santiago. Según la tradición: aquí celebró el Apóstol Santiago la primera misa en España, pues se dice que aquí se le apareció por primera vez la Virgen, y no en Zaragoza. Tiene un retablo de fines del siglo XVII. Centrando el altar hay una Inmaculada obra de Duque Cornejo y a sus lados dos figuras de Santa Lucía y Santa Teresa.
Santa Bárbara. Obra de Pedro Duque Cornejo. Esta talla de Santa Bárbara procede del antiguo retablo mayor de la Parroquia de San Antonio Abad de Trigueros, desmantelado tras los disturbios de 1936 y repartido hoy en día entre varios templos de la localidad. El retablo fue contratado con el tallista Manuel Franco, correspondiendo la escultura a Pedro Roldán el Mozo, con participación de Pedro Duque Cornejo en esta escultura (1716), la única que sigue conservándose en la parroquial.
Capilla de la Virgen de la Antigua. La capilla de la Virgen de la Antigua de la Catedral de Sevilla custodia una imagen que, según la leyenda, le fue mostrada al rey Fernando III el Santo durante la conquista de Sevilla. La imagen la Virgen de la Antigua, de acuerdo a la crítica, fue realizada en el siglo XV. Muestra a María sosteniendo a su hijo con la mano izquierda y una rosa con la derecha. Figura tocada con la corona que le fue otorgada en 1929.
El retablo de la capilla está hecho en mármol y las esculturas fueron hechas por Pedro Duque y Cornejo. La reja de la capilla, obra de varios autores, es una de las más destacadas muestras del arte renacentista en la catedral. La magnífica vidriera, hecha a fines del siglo XIX, representa a San Fernando.
En esta capilla se encuentra la magnífica tumba del cardenal Diego Hurtado de Mendoza, bellamente tallada en mármol y adornada con lámparas de plata.
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