AÑO MURILLO
Santa María la Blanca «recupera» los murillos robados por los franceses
Presentan las excepcionales réplicas de «El triunfo de la Eucaristía» y «La Inmaculada Concepción y el pueblo sevillano», que colgarán donde estaban sus originales
La iglesia sevillana de Santa María la Blanca ha «recuperado» dos de los cuatro lienzos de Murillo robados por el mariscal francés Soult durante la ocupación de comienzos del siglo XIX. No lo ha hecho exactamente rescatando los originales, que siguen en París y Londres, pero sí con dos réplicas presentadas este miércoles de una calidad artística excepcional y que volverán a colgarse en las paredes de esta antigua sinagoga en unos días. Será otro de los hitos del Año Murillo, que comienza en unas semanas.
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Son las dos obras que faltaban del conjunto iconográfico de cuatro que Bartolomé Esteban Murillo creó expresamente para Santa María la Blanca. Dos de ellas fueron repuestas también mediante copias en los años 50 por parte del Museo del Prado, que tiene esas dos originales. Estos otros dos lienzos que faltaban se incorporan como fantásticas réplicas ahora para completar el conjunto. Se trata de «El triunfo de la Eucaristía» y de «La Inmaculada Concepción y el pueblo sevillano», lienzos sobre óleo en forma de arco de medio punto («lunetos») pintados entre 1662 y 1665.
Las obras han sido presentadas por sus autores, el pintor Fernando García García y el director técnico Juan Luis Coto Cobo, un verdadero experto en la obra y las técnicas del genial pintor sevillano. Los dos lienzos estarán expuestos desde este jueves y hasta el domingo en el propio templo pero a pie de suelo, en un lateral, para que todo el mundo pueda contemplarlos. Y ya el día 24 de noviembre serán colgados en el lugar que ocupaban originalmente en un acto solemne al que asistirá el arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo.
Como en la Santa Caridad
Desde 2008 un equipo multidisciplinar formado por un historiador del arte experto en la obra de Murillo Enrique Valdivieso ha liderado la recuperación de lienzos del pintor expoliados en la invasión francesa. Ya se intervino en la iglesia de la Santa Caridad para hacer un estudio y reproducción de cuatro obras expoliadas del maestro Sevillano que se encuentran diseminadas por diferentes museos del mundo, devolviendo su esplendor compositivo y discursivo al conjunto ideado por Miguel de Mañara.
Otra de estas iglesias «mutiladas» fue la de Santa María la Blanca. Recientemente restaurada, esta iglesia es apreciada por su elaborado conjunto ornamental. Murillo desarrolló para ella una serie de pinturas que también se esparció tras el expolio de Soult. Dos de ellas se encuentran en el museo del Prado y han sido sustituidas por copias en el templo. Otras dos, «La Inmaculada Concepción ante el pueblo sevillano» y «El Triunfo de la Eucaristía», ideadas para las cabeceras de las naves laterales, figuran hoy en los inventarios del Museo del Louvre y de la colección de Lord Faringdon de Buscot Park (Reino Unido) respectivamente.
De nuevo, en 2016, por iniciativa de Enrique Valdivieso y del párroco de San Nicolás y Santa María la Blanca, Manuel Mateo, se vuelven a reunir el pintor Fernando García y el restaurador Juan Luis Coto para abordar el reto de devolver su apariencia original a las paredes de esas naves laterales de la iglesia, realizando copias pictóricas de los originales expoliados. El trabajo ha concluido tras más de un año de dedicación de los autores.
Entre los donantes han estado la Fundación Endesa -que también se sumará al Año Murillo con la iluminación artística de la iglesia de la Magdalena, donde está la pila bautismal del pintor-, la Fundación Cajasol, la Real Maestranza de Caballería o la Asociación de Guías Turísticos de Sevilla, además de aportaciones personales de toda índole. De estas últimas destaca la de la Fundación Villar Mir, de Madrid, que ha pagado casi la mitad de todo lo que requería el proyecto (20.000 de los 53.000 euros de las dos pinturas). O la del empresario sevillano Rafael Beca. Como promotor de la iniciativa, Valdivieso ha lamentado la nula involucración del Ayuntamiento de Sevilla y de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. «Una cosa es predicar y otra bien distinta dar trigo. Y no han estado en esto porque, sencillamente, no han querido».
15 NON 2017
E. BARBA / FOTOS: V. GÓMEZ 15 noviembre 2017
Sevilla.abc.es
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La Iglesia Santa María la Blanca de Sevilla ha recuperado dos réplicas de los cuadros de Murillo que fueron expoliados de este templo durante la Guerra de la Independencia gracias a la iniciativa privada y al mecenazgo de asociaciones e instituciones.
Dos réplicas de Murillo para Santa María la Blanca
Las obras son “El triunfo de la Eucaristía”, cuyo original forma parte de la colección de Lord Faringdon de Buscot Park (Reino Unido), y la “Inmaculada Concepción y el pueblo sevillano”, que figura en los inventarios del Museo del Louvre en París.
Estas obras estarán expuestas al público hasta el 19 de noviembre y posteriormente se colocarán en el lugar original en el que se encontraban en la Iglesia de Santa María la Blanca hasta que durante la Guerra de la Independencia fueron expoliadas por el mariscal Soult del ejército francés, que castigó especialmente a Sevilla debido a su atracción por las obras de Murillo.
El catedrático de historia del Arte y promotor de esta iniciativa, Enrique Valdivieso, ha explicado que con motivo del año Murillo, en el que se conmemorará en 2018 el 400 aniversario del nacimiento del pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo, decidió acometer este proyecto solo con el apoyo de la iniciativa privada.
El coste ha superado los 50.000 euros, de los que 20.000 euros, los ha aportado la Fundación Villar Mir, y también han colaborado empresarios de Sevilla como Rafael Beca, particulares y las Fundaciones Endesa y Cajasol, la Real Maestranza de Caballería y la Asociación de Guías turísticos de Sevilla.
Valdivieso se ha referido a la experiencia que tenían en estos trabajos, ya que una intervención similar se llevó a cabo hace unos años en la Iglesia de la Santa Caridad de Sevilla, donde también fueron expoliados cuadros de Murillo y se han sustituido por réplicas.
Con estos proyectos ambos templos vuelven a tener el original significado para el que fueron concebidos y una vez colocadas las reproducciones en Santa María la Blanca a unos ocho o diez metros de altura serán “los Murillos resucitados”, según Enrique Valdivieso.
El pintor de las réplicas Fernando García, que ha confesado ser más un “retratista que un copista”, ha destacado su empeño personal en reproducir “no solo la imagen sino también lo que cuenta, es decir, la emoción que transmite la pintura de Murillo”.
De su trabajo durante más de un año para reproducir estas dos obras de Murillo, en las que ha reproducido más de treinta cabezas de personajes, Fernando García ha destacado la capacidad de Murillo para dotar de psicología a cada uno.
Juan Luis Coto, conservador y restaurador de obras de arte, se ha referido a los estudios científicos a los que han recurrido para acometer este proyecto pictórico con el reto de devolver su apariencia original a las paredes de las naves laterales de la iglesia de Santa María la Blanca.
Más de dos siglos después del expolio, este trabajo completará el conjunto ideado por Murillo y Justino de Neve para Santa María la Blanca, una iglesia construida sobre una sinagoga judía con la intención de que fuera la subsidiaria de la iglesia Santa María la Mayor de Roma.
El presidente de la Fundación Endesa, Antonio Pascual, ha reivindicado la importancia del mecenazgo, que fue “lo que permitió a Murillo sacar adelante su tarea”, al tiempo que ha reafirmado el compromiso de la fundación que preside con el patrimonio.
15-11-2017 / larazon.es
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Murillo, el artista total del Barroco
La celebración de su cuarto centenario arranca hoy en Sevilla con el objetivo de desterrar el tópico del pintor de vírgenes y ampliar la mirada a su creación profana
Restauración de 'El jubileo de la Porciúncula', de Murillo, en el Bellas Artes de Sevilla, una de las obras de la muestra que acoge el museo. / PACO PUENTES - EL PAIS
Dentro de los cuadros de Murillo se resume la metáfora barroca: sombras y luces, artificio y sencillez, devoción y cierto ruido del mundo. El cuarto centenario de su nacimiento arranca hoy con un concierto de Jordi Savall en el Teatro de la Maestranza donde el violagambista recreará los paisajes sonoros de la ciudad-museo en la que nació el pintor. Sevilla se ha volcado con la celebración del cuarto centenario de Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682) para reivindicar a un artista que, a partir de esta celebración, aspira a salir del cliché en el que ha vivido encerrado mucho tiempo.
La intención última de esta conmemoración, más allá del fasto y los evidentes homenajes, es difundir los argumentos en los que los investigadores llevan insistiendo desde hace años en publicaciones especializadas y congresos internacionales. Murillo no es solo el artista que evoca el mundo religioso y que consigue dar un aire amable al espíritu de la Contrarreforma. Es además el pintor que apuesta por un tipo de escenas profanas, cuadros de costumbres que no estaban bien considerados en esa España. Los tratados pictóricos de la época, como los publicados por Pacheco o Carducho, despreciaban la representación de personajes populares, al contrario de lo que ocurrió en el Norte de Europa, donde triunfará ese tipo de pintura que elogia lo cotidiano y que será una de las grandes revoluciones de la historia del arte.
Sin embargo, quien en España ha sido reducido casi exclusivamente al pintor de lo religioso se atrevió a crear muchas escenas de niños pícaros, de gente miserable de la calle. Un mundo aparentemente trivial que apasionaba a los comerciantes flamencos y holandeses que residían entonces en Sevilla por los negocios con las Indias y que fueron quienes encargaron ese tipo de pintura a Murillo. El pintor era además amigo de muchos de ellos, como Nicolas Omazur o Josua van Belle, a los que hace maravillosos retratos. Esta amistad se traduce en la sensibilidad de Murillo por pintar del natural, por bajar al fango de la época y retratar también a las personas de a pie.
Este Murillo de lo popular que se convierte en casi un documentalista de su tiempo es el menos conocido en España, quizás porque esos cuadros de costumbres salieron pronto de Sevilla. Nada más morir el maestro en 1682 al caer del andamio en el que pintaba los Desposorios místicos de Santa Catalina, esos lienzos de niños pícaros salen en el equipaje de los mercaderes del Norte que abandonan una Sevilla que entra en decadencia y pierde el monopolio comercial con América. Son los lienzos que ahora cuelgan en las salas de pintura española de museos extranjeros.
El profesor Benito Navarrete, que el 6 de diciembre inaugura la exposición Murillo y su estela en Sevilla en el Centro Santa Clara de la capital andaluza, ha sorprendido con su ensayo Murillo y las metáforas de la imagen, en el que desvela aspectos desconocidos del creador, como sus virtudes para relacionarse con los poderosos y como “hábil manipulador” de las sensaciones. “Murillo es un artista por descubrir en la visualidadde sus imágenes. Su arte es decididamente ilusorio, porque sabe utilizar los recursos que proporciona el teatro para fabricar una elocuente representación. Fue un rebelde porque rompió con la tradición anterior buscando su propio lenguaje”, asegura el especialista.
Otra circunstancia que ha marcado su destino es la gran cantidad de obra expoliada que salió de España, en buena parte por el saqueo que sufrió Sevilla en la Guerra de la Independencia a manos del mariscal Soult. “Hay colegas extranjeros que me han comentado que ese hecho ha sido afortunado, porque ha permitido que la obra de Murillo haya sido conocida fuera de España”, apunta con sarcasmo el profesor Enrique Valdivieso, autor de Murillo. Catálogo razonado de pinturas y de la biografía Murillo: sombras de la tierra, luces del cielo.
“Resulta penoso contemplar hoy series pictóricas como la que realizó en su juventud para el claustro chico del convento de San Francisco, repartida por diferentes museos del mundo y desprovistas de su antiguo marco arquitectónico, ya destruido para siempre”, añade Valdivieso, también responsable de los itinerarios sobre su vida y su obra que partirán de la Casa Murillo, en el barrio de Santa Cruz.
Ese artista disperso centra la exposición Murillo y los Capuchinos de Sevilla. Reconstrucción, que se puede ver desde hoy en el Museo de Bellas Artes de la ciudad. Para la muestra se han rescatado los cuadros del retablo de la iglesia de los Capuchinos que terminaron en pinacotecas de diversos lugares del mundo.
El Murillo artista total que espera difundirse en este cuarto centenario tendrá en la celebración del congreso internacional Murillo ante su centenario otro momento clave. Sevilla reunirá a los principales especialistas para poner al día al pintor. De ese laboratorio de reflexión emergerá el gran artista barroco más allá de su imagen tópica y tergiversada de pintor beato.
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