A las 12.00 de este miércoles se instalará la capilla ardiente en El Molinón, y en el mismo estadio tendrá lugar la misa funeral a las 20.00 horas

Un día, en el Coliseum Alfonso Pérez de Getafe, tras un partido del Sporting, año 2004, una admiradora, nerviosa a sus 44 como si tuviera 20, le pidió hacerse una fotografía y firmar una bandera de Asturias.
-¡Quini, Quini, por favor!
Y el entonces delegado del Sporting se dio la vuelta, le cogió los mofletes y le dijo: «Yo soy Enrique, encantado». Por supuesto, cuando a la admiradora se le pasó el sofoco, se hizo la foto, firmó la bandera y respondió a un puñado de preguntas retóricas con una sonrisa enorme. Y como ella, como esa admiradora, miles y miles de personas pueden contar la misma anécdota. O parecida. Jamás tuvo un desplante con nadie. Jamás dijo no. Jamás dijo adiós. Hasta este martes.
Enrique Castro González murió en Gijón. Quini falleció a los 68 años y encogió el corazón del fútbol español, aunque, hablando de corazones, el que falló fue el suyo. Pasadas las ocho de la tarde, mientras conducía por la Avenida de Juan Carlos I, una de las arterias que conectan el centro de Gijón con el barrio de La Calzada, donde él residía, calle Los Andes, frente a un Carrefour, sufrió un infarto. Tuvo tiempo de detener el coche y pedir ayuda. Una pareja de la Policía intentó reanimarle hasta que llegó la UVI Móvil. Los sanitarios lograron recuperarle en un primer momento, pero fuentes hospitalarias contaron a Efe que en el vehículo sufrió una segunda parada de la que ya no se rehízo. Poco después de las 22.15 horas, el hospital de Cabueñes confirmaba su fallecimiento.
La noticia sacudió la noche y dejó en un segundo plano la derrota del Madrid, y la lesión de Neymar. Quini era el mayor icono del Sporting de Gijón, probablemente el mejor embajador de Asturias del último medio siglo y, sin duda, una de las figuras más reconocibles de la historia del fútbol español. Retirado en 1987, los últimos 30 años han servido para incrementar su leyenda. Tras la mala época que siguió a su adiós a los campos, en 1995 el Sporting le ofreció el cargo de delegado de campo y una inmobiliaria le regaló el piso donde vivía a cambio de promocionar en los medios la construcción del edificio.

Quini posa con la camiseta oficial antes de un partido. ARCHIVO MARCA
De esos 20 años como delegado del primer equipo gijonés quedan las imágenes del profundo cariño y respeto que tenían por él en toda España. El Sporting, en la peor época de su historia, se sostenía gracias al carisma de un hombre que, recuperada la estabilidad vital y económica, hubo de enfrentarse, en 2005, a un cáncer de garganta y cabeza que derivó en dos operaciones (2006 y 2008) y en unas infinitamente crueles sesiones de quimioterapia. De aquello salió. Del infarto de este sábado, no. Su mujer, Mari Nieves, y sus hijos, Lorena y Enrique, presidirán los actos de despedida del miércoles. A las 12.00 se instalará la capilla ardiente en El Molinón, y en el mismo estadio tendrá lugar la misa funeral a las 20.00 horas. Estará abarrotado, sin duda.
¿Quién era Quini? Lean: El mítico ascenso de 2008, con Preciado en el banquillo, sólo tuvo un grito. «¡Ahora, ahora, ahora Quini ahora!». Aquel 15 de junio la afición del Sporting quería más la vida de Quini que volver a Primera. Exactamente lo mismo que hubiera querido este martes.
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Enrique Castro 'Quini' fue secuestrado el 1 de marzo de 1981. El ex delantero de Sporting y Barcelona permaneció retenido durante 25 días en un zulo, en Zaragoza. Se pedía 350 millones de pesetas (2,1 millones de euros) a cambio de su liberación... Leer más
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elmundo.es / okdiario.com


Fue un gran deportista y los que lo conocieron personalmente: dicen que todavía mejor persona. Descanse en paz.